
Empezar a entrenar o retomar el ejercicio con todas las ganas es genial. Te sientes motivado, con energía y listo para comerte el mundo… hasta que aparece el temido “ay”. Sí, hablamos de las lesiones. Esas molestias que pueden hacer que tengas que parar justo cuando ibas cogiendo ritmo. Pero ¡tranqui! Muchas se pueden evitar si sabes cómo.
Esguinces y torceduras
Son de las más comunes, sobre todo en tobillos, rodillas o muñecas. A veces basta un mal paso o una mala postura para acabar con una venda en la pierna. Lo típico: estás haciendo una sentadilla con prisas o corriendo sin calentar bien… ¡y zas!
¿Cómo evitarlos?
Calienta siempre antes de entrenar, aunque solo vayas a caminar. Presta atención a tu técnica, y si no estás seguro de cómo hacer un ejercicio, mejor pregunta o busca una buena guía.
Tendinitis (la maldita inflamación)
La tendinitis es cuando los tendones se inflaman por sobreuso. Ocurre mucho en hombros, codos y rodillas. Si haces muchas repeticiones sin descanso, o levantas más peso del que puedes controlar, corres el riesgo de que esos tendones digan: “¡Basta!”.
¿La clave?
Escucha a tu cuerpo. Si te duele algo raro, no lo ignores. Descansa cuando lo necesites y no te obsesiones con entrenar todos los días. El progreso también se construye en los días de descanso.
Dolor lumbar (espalda baja)
Ese dolorcito en la parte baja de la espalda puede aparecer por cargar mal las pesas, tener mala postura, o simplemente por no fortalecer el core (abdomen y zona lumbar). A muchos les pasa por hacer peso muerto sin técnica o levantar con la espalda en vez de con las piernas.
¿Solución?
Cuida tu técnica más que el peso. Si puedes, entrena con alguien que te corrija o grábate para ver cómo lo estás haciendo. Y sí, entrena el core, que no es solo para lucir abdominales, también es tu escudo contra lesiones.
Lesiones en la rodilla
La rodilla es una de las más castigadas en el fitness. Saltos, zancadas, correr, subir escaleras… todo pasa por ahí. Si no fortaleces los músculos que la rodean, como cuádriceps y glúteos, la pobre sufre más de la cuenta.
¿Cómo cuidarla?
Haz ejercicios de fortalecimiento y no descuides el calentamiento. Evita superficies muy duras para correr o saltar y, si usas calzado viejo, cámbialo. Tus rodillas te lo agradecerán.
Consejillo final: No todo es entrenar
Dormir bien, alimentarte adecuadamente, estirar después del ejercicio y mantenerte hidratado son claves para evitar lesiones. Y no te compares con nadie: cada cuerpo tiene su ritmo. Ir despacio, pero seguro, es mejor que avanzar rápido y tener que parar por una lesión.
Así que ya sabes: entrena, disfruta y cuídate. El objetivo no es solo estar en forma, sino estar bien. 💪