Durante años nos han dicho que el azúcar es el diablo de la alimentación y sobre todo, en la pérdida de grasa o peso. Y sí, es cierto que en exceso puede causar problemas como obesidad, diabetes tipo 2 y caries. Pero también es verdad que no necesitamos dejar de consumir azúcar para llevar una vida saludable. Como en casi todo y como siempre digo aquí, la clave está en el equilibrio.
Lo primero que hay que entender es que no todo el azúcar es igual. Hay azúcares añadidos, como los que encontramos en dulces, refrescos o productos ultraprocesados, y azúcares naturales, como los que están presentes en alimentos saludables como la fruta, la leche o incluso algunas verduras.
Por ejemplo, una manzana tiene fructosa, un tipo de azúcar natural, pero también está llena de fibra, vitaminas y antioxidantes. Esa combinación hace que el cuerpo procese el azúcar de forma más lenta, sin causar esos picos de glucosa que sí pueden provocar los productos industrializados. Así que no hay razón para tenerle miedo a la fruta; al contrario, es una forma deliciosa y saludable de satisfacer un antojo dulce.
El azúcar no solo está en los postres, también aparece en productos que ni imaginamos: panes, salsas, cereales, yogures… Por eso, más que eliminarla, es importante aprender a identificarla y a consumirla con conciencia.
No se trata de renunciar al chocolate o a a las salsas. Se trata de disfrutar esos momentos sin culpa, pero sin que se vuelvan costumbre en cada comida del día.
Cuidar lo que comes la mayor parte del tiempo y darte un gusto pequeño al día, es una forma de mantener el equilibrio. Comer saludable no tiene que ser aburrido ni estricto. Puede ser sabroso, colorido y también incluir ese postre que tanto te gusta.
En resumen: el azúcar no es tu enemiga y no necesitamos dejar de consumir azúcar, solo necesita su lugar. Con equilibrio y consciencia, se puede comer rico y cuidar el cuerpo al mismo tiempo.
