
¿Hacer abdominales quema la grasa del vientre? Spoiler: no
Es uno de los mitos más repetidos en el gimnasio (y fuera de él): “Si quiero perder barriga, tengo que hacer mil abdominales al día”. Y aunque suena lógico, no es así como funciona el cuerpo. Hacer abdominales no quema la grasa que tienes encima aunque sí que fortalece los músculos del core. Es decir, puedes hacer crunches hasta el infinito y más allá, y seguir sin ver los famosos «cuadraditos» si no bajas tu porcentaje de grasa corporal general. Para perder grasa (y nunca podrá ser de forma localizada) es necesario un déficit calórico.
El mito de la “reducción localizada”
Este error viene de lo que se llama “reducción localizada”, una creencia muy extendida que dice que puedes perder grasa justo donde entrenas un músculo. Pero la ciencia lleva años diciendo que eso es mentira. El cuerpo decide por sí solo de dónde quema la grasa, y suele empezar por donde menos nos interesa (sí, justo esa barriga que tanto nos molesta).
Da igual que trabajes el abdomen a diario: si no acompañas con una buena alimentación y un plan de ejercicio completo, la grasa seguirá ahí. Porque lo que quemas cuando haces abdominales es energía, pero en cantidades pequeñas y sin impactar directamente en la grasa del vientre.
Entonces… ¿sirven de algo los abdominales?
¡Claro que sí! No estamos diciendo que los elimines de tu rutina. Los abdominales son buenísimos para fortalecer el core (zona media del cuerpo), mejorar la postura, prevenir dolores de espalda y ayudarte en otros ejercicios o movimientos del día a día. Lo que pasa es que no son la solución mágica para perder barriga. Son una parte del todo, pero no el todo.
¿Y cómo pierdo grasa abdominal de verdad?
Aquí va la verdad, sin rodeos: para perder grasa (también la del abdomen), necesitas crear un déficit calórico, es decir, gastar más calorías de las que consumes. ¿Cómo se consigue eso? Comiendo bien (no menos, sino mejor), haciendo ejercicio de forma regular (mezcla cardio y fuerza) y descansando bien. No hay trucos milagrosos, ni ejercicios secretos. Constancia, equilibrio y paciencia son tus mejores aliados.