No hace falta machacarse: moverse más también transforma tu cuerpo
Cuando pensamos en ponernos en forma, lo primero que suele venirnos a la cabeza es apuntarse al gimnasio, hacer rutinas durísimas y acabar empapados de sudor. Pero la realidad es que no todo el mundo tiene tiempo, ganas o energía para eso… y, sinceramente, no es necesario para estar bien. Muchas veces, lo que más resultados da es algo tan simple como moverse un poco más cada día, sin complicaciones. Intensidad o constancia en la actividad física.
Existe esa creencia de que si no haces una hora de ejercicio, no sirve para nada. Y es un error. Caminar 20 minutos, subir escaleras, levantarte a estirar, bailar mientras cocinas o incluso pasear al perro ya cuentan. Lo importante no es la intensidad, sino la constancia. Hacer algo todos los días —aunque sea poco— tiene más impacto que matarte entrenando una vez por semana.
¿Qué es el NEAT y por qué deberías tenerlo en cuenta?
Ese movimiento que haces sin darte cuenta, que no es “ejercicio” como tal pero que te mantiene activo, se llama NEAT (por sus siglas en inglés: Non-Exercise Activity Thermogenesis). En español se refiere al gasto energético de la actividad física no asociada al ejercicio. Vamos, que quemas calorías simplemente al hacer vida normal: limpiar la casa, andar, cargar la compra, estar de pie en lugar de sentado…En esta entrada del blog hablo más en profundidad sobre el NEAT.
Aunque no lo parezca, este tipo de movimiento diario puede representar una gran parte del gasto calórico total, sobre todo si no haces ejercicio regularmente. Además, ayuda a reducir el sedentarismo, mejora la circulación, despeja la mente y te mantiene más activo sin necesidad de organizarte una rutina de gimnasio.
Lo que cuenta es el hábito, no el esfuerzo puntual
Hacer deporte está genial si te gusta, pero no es la única opción. Si te cuesta mantener una rutina o simplemente no disfrutas del entrenamiento tradicional, muévete más en tu día a día. Encuentra formas de activar el cuerpo que encajen con tu estilo de vida, y sobre todo, que puedas mantener en el tiempo.
Al final, lo que marca la diferencia no es cuánto te esfuerzas en un día, sino cuánto te mueves a lo largo de la semana, del mes, del año. Así que menos presión, más movimiento diario. Tu cuerpo (y tu mente) lo van a notar, y mucho. Por lo tanto, en respuesta a la cuestión sobre intensidad o constancia en la actividad física, concluimos, obviamente, que la constancia es la clave.